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Entre el trabajo remoto y el concepto de lo virtual

Apresuradamente nos hemos visto recluidos en nuestros hogares. Las medidas restrictivas por la pandemia nos obligaron a tomar acciones para las cuales no estábamos preparados (hablando en términos laborales y educativos, especialmente).

Hoy se habla de Teletrabajo y HomeOffice, sin embargo los términos, ahora utilizados ampliamente, no corresponden a la realidad de las tecnologías ni los entornos que se crearon con esos objetivos. Utilizar un programa para hacer teleconferencias o enviar correos electrónicos en lugar de imprimir los documentos en la oficina no es necesariamente un cambio completo a lo virtual.

El cambio a una plataforma de trabajo o estudio virtual requiere cierta preparación y cambios profundos en el concepto de trabajo remoto, capacitación de los involucrados y un cambio en la conciencia y forma de entender la productividad. Hemos visto en medio de la cuarentena, casos en donde los trabajadores, aún lidiando con el estrés y las distracciones desde el hogar, deben cumplir con tiempos de permanencia frente al computador y la medición de la productividad con métodos que corresponden netamente a los procesos presenciales.

En el caso de los directivos de las empresas y los profesores, deben pasar por un proceso de capacitación en las plataformas que sean necesarias, para conocer las funcionalidades básicas para llevar a cabo el trabajo en el entorno virtual y las dinámicas de teletrabajo. En el caso de los educadores, es mucho más necesaria la preparación y adaptación de los materiales de estudio. El diseño de estrategias institucionales, elaboración de piezas e instructivos (videos o animaciones), documentos y un largo etcétera que se deben articular sobre una plataforma enfocada al e.learning.

Según el experto Rodrigo Sánchez, reciente autor del artículo El Fracaso de la Educación en Línea: Todos Hacen Nadie Aprende “La Educación virtual funciona bien solamente cuando se cumple con un requisito indispensable, inexcusable: que el estudiante sea de alto perfil, es decir, que tenga un interés genuino en adquirir conocimientos y capacidad de ser autodidacta. Existen algunos programas a distancia, a nivel de posgrado, que cumplen con ese alto nivel, pero requieren de alumnos que sepan leer y entender bien lo que leen y lo que escriben y que, además, puedan demostrar sus conocimientos cuando se les pregunta por ellos.”

En el caso de los trabajadores a distancia, se da un caso similar. Es necesario implementar herramientas que pertenezcan a la organización y que potencialicen las actitudes y aptitudes de cada uno de los involucrados para que alcancen los niveles de autonomía y colaboración necesarias. Al mismo tiempo se deben cambiar drásticamente los métodos de seguimiento, midiendo la productividad individual y en conjunto, por medio de indicadores de gestión, alcance de objetivos y resultados, más que por las horas en que el trabajador permanece frente a la pantalla.

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Y es que no necesariamente trasladar el trabajo de la oficina al apartamento es trabajo virtual. Es más bien hacer remotamente lo que antes se hacía en otro lugar. La implementación de sistemas integradores, donde el colectivo de trabajadores se considera una comunidad y la automatización de ciertos procesos comunicativos y de recopilación de información (por poner un ejemplo) puede ayudar a pasar del trabajo remoto a entrar de lleno en las labores virtuales.

Es muy importante tomar conciencia de estos dos conceptos y acercar nuestras organizaciones al ideal de trabajo virtual, dado que el panorama actual lo unico que ha hecho es generar una idea errada y distorsionada de las bondades de tecnologías y modelos que son la base de temas tan importantes para latinoamérica, como la Sociedad del Conocimiento, La Economía Naranja y la Cuarta revolución Industrial.